"Bajo los cielos de Francia entrará en
la Locura. Abandona su empleo y retorna para siempre a Alemania. En julio, «tocado por
Apolo» (como él mismo aseguró), se instala con su madre. En Nürtingen se entera de la muerte
de Diótima. Su vuelo no tiene retorno. Sinclair se hace cargo de él y lo acompaña en un viaje
de descanso por Regensburg y Ulm. Por los agujeros incendiados de esos días ve Hölderlin
sus grandes Himnos: «Patmos», «El Archipiélago». Durante 1803 y 1804 su actividad es
febril. Poemas y traducciones (Sófocles). Sinclair lo recomienda como bibliotecario en la
corte del Landgrave de Hamburgo. Es un puesto tranquilo. Pero un año más tarde la Locura se
apodera definitivamente de su criatura. En agosto de 1806 Sinclair lo
traslada a la clínica del Dr. Authenrietch en Tübingen. Y poco después, a la casa del carpintero
ebanista Ernst Zimmer, donde vivirá hasta 1843. Treinta y siete años en una habitación sobre el
Neckar. Todos aquellos que él amara —Schiller, Goethe, Napoleón, Beethoven, Kleist, sus
compañeros, sus damas— van encaminándose a la muerte. Hölderlin no lo sabrá nunca. Para él
ya no existirá sino aquel recinto, el papel sobre el que escribe sus últimos poemas, su piano
y las visitas a quienes no reconoce. Olvida su nombre. Fecha poemas con cien años de
adelanto. El 7 de junio de 1843, después de contemplar desde su ventana los campos infinitos,
murió en paz. Cuenta Bettina von Armim que cuando
la princesa von Homburg regaló un piano a Hölderlin, éste cortó casi todas las
cuerdas, mas dejó algunas, y sobre ellas improvisaba. Así son los Poemas de la locura. Quizá
nadie haya visto nunca de forma tan transparente. Es la Noche Sagrada. No se puede traducir a Hölderlin".
(Fragmento de la nota preliminar de
Poemas de la locura de la Editorial Hiperión, en traducción y notas de Txaro
Santoro y José María Álvarez)
VISION
Imágenes
que la plenitud del día a los hombres muestran,
En
el verdor de la llana lejanía,
Antes
de que la luz decline en el crepúsculo,
Y
la tenue claridad dulcemente serene los sonidos del día.
Oscura,
cerrada, parece a menudo la interioridad del mundo,
Sin
esperanza, lleno de dudas el sentido de los hombres,
Mas
el esplendor de la Naturaleza alegra sus días
Y
lejana yace la oscura pregunta de la duda.
Humildemente
Scardanelli.
24 de Marzo de 1671.
LA PRIMAVERA
Olvida
el hombre las aflicciones del espíritu,
Pues
florece la Primavera, y casi todo es radiante,
El
campo verde maravilloso se extiende
Y
por él brilla bajando la hermosura de un arroyo.
De
árboles cubiertos se levantan los montes,
Y
en los abiertos espacios el aire es maravilla,
El
amplio valle se extiende por el mundo
Y
torre y casa se recuestan en las colinas.
Humildemente
Scardanelli.
EL OTOÑO
Se
pierden en la tierra las leyendas
Del
espíritu que fue y retorna,
Vuelven
a la humanidad y mucho aprendemos
De
ese tiempo tan aprisa consumido.
Las
imágenes del pasado no mueren
En
la Naturaleza, y al palidecer los días
En
el cénit del Verano, vuelve a la tierra el Otoño
Y
el espíritu de las lluvias renace por el cielo.
Cuánto
en tan corto plazo se ha cumplido.
El
labrador, unido a su arado,
Ve
cómo el año hacia un final alegre inclínase,
Y
bajo tales imágenes el día del hombre se consuma.
La
ancha tierra de murallas de piedra guarnecida
No
es esa nube que al anochecer se pierde.
Como
un dorado día se muestra,
Y
tal perfección no admite reproche alguno.
EL PASEO
Hermosos
bosques que cubren la ladera,
En
la verde pendiente dibujados,
Por
cuyas sendas me guío,
Calmado
en mi corazón
Dulcemente
cada espina
Cuando
más oscuro es el sentido
Del
dolor del pensamiento y del Arte
Que
desde tan antiguo en mí pesan.
Deliciosas
imágenes del valle,
Jardines,
árboles,
Estrecho
puentecillo,
Arroyo
que apenas puedo ver,
Qué
hermoso en la despejada lejanía
Brilla
el soberbio cuadro
De
este paisaje que amorosamente
Visito,
cuando el tiempo es benigno.
Dulcemente
la divinidad nos lleva
Hacia
el azul primero,
Luego
con nubes dispone
La
enorme y cenicienta bóveda,
Y
abrasadores rayos y estruendo
De
relámpagos, con embeleso de los campos,
Con
belleza unida
A
la fuente de la primitiva imagen
EL CEMENTERIO
Pacífico
lugar donde la joven hierba verdea,
Donde
hombre y mujer yacen y las cruces se elevan,
Donde
son conducidos los amigos,
Donde
claro cristal relumbra en las ventanas.
Desde
el alto resplandor del cielo
De
mediodía, hasta la Primavera que en tu silencio se demora,
Nubes
espirituales, grises y húmedas,
La
hermosura del apacible día, todos sobre ti pasan.
Qué
paz en este muro gris
Sobre
el que cuelgan los frutos de un árbol;
Ramas
negras cubiertas de rocío y de duelo,
Pero
que sin embargo muestran en sus frutos la belleza.
Reina
una oscura paz en la iglesia
Y
el altar es esta noche más recogido,
Brillan
aún en él los ornamentos
Canta
un grillo en los campos del Verano.
Cuando
se escucha allí hablar al sacerdote,
Junto
al grupo de amigos
Que
acompañan al muerto. ¡Qué intimidad
Y
noble espíritu, que la piedad propician!
LAS DELICIAS DE ESTE MUNDO...
Las
delicias de este mundo ya he gozado,
Los
días de mi juventud hace tanto, ¡tanto!, que se desvanecieron,
Abril
y Mayo y Julio están lejanos,
¡Ya
nada soy, ya nada me complace!
EL ESPÍRITU DEL TIEMPO
La
vida es la tarea del hombre en este mundo,
Y
así como los años pasan, así como los tiempos hacia lo más alto avanzan,
Así
como el cambio existe, así
En
el paso de los años se alcanza la permanencia;
La
perfección se logra en esta vida
Acomodándose
a ella la noble ambición de los hombres.
Humildemente
Scardanelli.
24 de Mayo de 1748
LA VISION
Cuando
la vida de los hombres va perdiéndose,
Como
una lejanía donde resplandeciera el tiempo de los sarmientos,
Vacía
contémplase la campiña del Verano,
Con
oscura imagen el bosque aparece.
Que
la Naturaleza termine la imagen de los tiempos,
Que
se demore, hasta alcanzar
La
perfección, y que la cima de los cielos
Para
los hombres brille, como árboles de flores estallantes.
Humildemente
Scardanelli.
24 de Mayo 1748.
***
Gracias Lucia,,, hacía mucho tiempo que no lo leía,,, volveré a él , gracias a vos
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