sábado, 11 de abril de 2015

Leonora Carrington / A 98 años de su nacimiento


Hace 98 años (6 de abril de 1917) nació Leonora Carrington. Su voz era oscura como la palabra misma, alucinada. Nombró y se dejó nombrar por lo maravilloso, por el mundo y la realidad del otro lado del espejo, pero también de este lado vivió y padeció a su manera el milagro de las cosas y sus circunstancias. Como Alicia. Como ella misma. Un pequeño homenaje de su lectora. 







“Podrás no creer en la magia pero algo muy extraño está pasando justo en este momento. Tu cabeza se ha disuelto en aire ligero y puedo ver los rododendros cruzando tu estómago. No es que estés muerta o nada tan dramático, es simplemente que te estás desvaneciendo y ya ni siquiera puedo recordar tu nombre.”


(La trompetilla acústica)


"Es muy difícil comprender al hombre - dijo Carmela -, estoy segura de que será muy placentero y saludable al ser humano no soportar ninguna autoridad. Tendrán que pensar por sí mismos en lugar de ser siempre instruidos acerca de lo que deben hacer y cómo deben pensar por medio de la propaganda, el cine, el parlamento y la policía..."


(La trompetilla acústica)



"… y fue así como la diosa reconquisto su vaso sagrado con un ejército de abejas, lobos, seis viejas damas, un cartero, un chino, un Área a propulsión atómica y una mujer licántropo. El más extraño ejército, quizás jamás visto en este planeta...."


(La trompetilla acústica)




Las vacaciones del esqueleto


El esqueleto era feliz como un loco al que le quitan la camisa de fuerza. Se sentía liberado, al poder rodar sin carne. ¿Ya no le picarían así los mosquitos? ¿No pasaría así hambre, sed, frío o calor? ¿Se hallaba acaso lejos del lagarto del amor?


No le gustaban al esqueleto los desastres simplones, normalones, vulgares. Y para indicar que la vida tiene sus momentos arriesgados, había colocado un enorme dedal en medio de su polvoso cuartucho, sobre el cual se sentaba, todo torcido, de vez en vez como si fuera un verdadero filósofo. Y a veces hasta tamborileaba sobre sus rodillas algunas partes de la "Danza macabra" de Saint-Saëns.


¿Era grato? ¿Era inocente? ¿Cómo era? Era nocturno. Era antiguo. Era en cierta forma agradable y desagradable.


El esqueleto se levantaba cada mañana, sucio como una hoja de afeitar. Luego adornaba sus huesos con hojas que tomaba al azar de su librero. Se cepillaba los dientes con tuétano de antepasados. Y de vez en cuando se pintaba las uñas de negro-alma. A menudo se divertía gastando bromas ácidas o pesadas. Si no que mordisqueando. Le había crecido un detector de no sabemos qué cosas en el interior de su costillar chueco.



Era ocioso. Y le gustaban las persianas y los parafraseos. Pero más las persianas. ¡Amaba las persianas! ¡Las persianas que se bamboleaban, allá en el rincón de su cuarto! ¡Las maravillosas persianas! Le ponían de buenas: siempre tan traviesas: tan dizque quietas, tan dizque cerradas, tan dizque según ellas muy bien enfiladas. Dizque tapando la entrada del enfermizo sol lagunero.


No le gustaba el calor y el polvo-tierra. Y por karma o esas cosas, le tocó morir toda una vida en Torreón: cuna antonomástica del calor y el polvo-tierra: ambas en versiones infernal.


Le llamaban la calaca Lacolzeana. O Lacolz, a secas.


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sábado, 4 de abril de 2015

Fridrich Hölderlin, poemas de la locura




"Bajo los cielos de Francia entrará en la Locura. Abandona su empleo y retorna para siempre a Alemania. En julio, «tocado por Apolo» (como él mismo aseguró), se instala con su madre. En Nürtingen se entera de la muerte de Diótima. Su vuelo no tiene retorno. Sinclair se hace cargo de él y lo acompaña en un viaje de descanso por Regensburg y Ulm. Por los agujeros incendiados de esos días ve Hölderlin sus grandes Himnos: «Patmos», «El Archipiélago». Durante 1803 y 1804 su actividad es febril. Poemas y traducciones (Sófocles). Sinclair lo recomienda como bibliotecario en la corte del Landgrave de Hamburgo. Es un puesto tranquilo. Pero un año más tarde la Locura se apodera definitivamente de su criatura. En agosto de 1806 Sinclair lo traslada a la clínica del Dr. Authenrietch en Tübingen. Y poco después, a la casa del carpintero ebanista Ernst Zimmer, donde vivirá hasta 1843. Treinta y siete años en una habitación sobre el Neckar. Todos aquellos que él amara —Schiller, Goethe, Napoleón, Beethoven, Kleist, sus compañeros, sus damas— van encaminándose a la muerte. Hölderlin no lo sabrá nunca. Para él ya no existirá sino aquel recinto, el papel sobre el que escribe sus últimos poemas, su piano y las visitas a quienes no reconoce. Olvida su nombre. Fecha poemas con cien años de adelanto. El 7 de junio de 1843, después de contemplar desde su ventana los campos infinitos, murió en paz. Cuenta Bettina von Armim que cuando la princesa von Homburg regaló un piano a Hölderlin, éste cortó casi todas las cuerdas, mas dejó algunas, y sobre ellas improvisaba. Así son los Poemas de la locura. Quizá nadie haya visto nunca de forma tan transparente. Es la Noche Sagrada. No se puede traducir a Hölderlin".

(Fragmento de la nota preliminar de Poemas de la locura de la Editorial Hiperión, en traducción y notas de Txaro Santoro y José María Álvarez)



VISION


Imágenes que la plenitud del día a los hombres muestran,
En el verdor de la llana lejanía,
Antes de que la luz decline en el crepúsculo,
Y la tenue claridad dulcemente serene los sonidos del día.
Oscura, cerrada, parece a menudo la interioridad del mundo,
Sin esperanza, lleno de dudas el sentido de los hombres,
Mas el esplendor de la Naturaleza alegra sus días
Y lejana yace la oscura pregunta de la duda.

Humildemente Scardanelli.
24 de Marzo de 1671.

LA PRIMAVERA

Olvida el hombre las aflicciones del espíritu,
Pues florece la Primavera, y casi todo es radiante,
El campo verde maravilloso se extiende
Y por él brilla bajando la hermosura de un arroyo.
De árboles cubiertos se levantan los montes,
Y en los abiertos espacios el aire es maravilla,
El amplio valle se extiende por el mundo
Y torre y casa se recuestan en las colinas.

Humildemente
Scardanelli.


EL OTOÑO

Se pierden en la tierra las leyendas
Del espíritu que fue y retorna,
Vuelven a la humanidad y mucho aprendemos
De ese tiempo tan aprisa consumido.
Las imágenes del pasado no mueren
En la Naturaleza, y al palidecer los días
En el cénit del Verano, vuelve a la tierra el Otoño
Y el espíritu de las lluvias renace por el cielo.
Cuánto en tan corto plazo se ha cumplido.
El labrador, unido a su arado,
Ve cómo el año hacia un final alegre inclínase,
Y bajo tales imágenes el día del hombre se consuma.
La ancha tierra de murallas de piedra guarnecida
No es esa nube que al anochecer se pierde.
Como un dorado día se muestra,
Y tal perfección no admite reproche alguno.

EL PASEO

Hermosos bosques que cubren la ladera,
En la verde pendiente dibujados,
Por cuyas sendas me guío,
Calmado en mi corazón
Dulcemente cada espina
Cuando más oscuro es el sentido
Del dolor del pensamiento y del Arte
Que desde tan antiguo en mí pesan.
Deliciosas imágenes del valle,
Jardines, árboles,
Estrecho puentecillo,
Arroyo que apenas puedo ver,
Qué hermoso en la despejada lejanía
Brilla el soberbio cuadro
De este paisaje que amorosamente
Visito, cuando el tiempo es benigno.
Dulcemente la divinidad nos lleva
Hacia el azul primero,
Luego con nubes dispone
La enorme y cenicienta bóveda,
Y abrasadores rayos y estruendo
De relámpagos, con embeleso de los campos,
Con belleza unida
A la fuente de la primitiva imagen

EL CEMENTERIO

Pacífico lugar donde la joven hierba verdea,
Donde hombre y mujer yacen y las cruces se elevan,
Donde son conducidos los amigos,
Donde claro cristal relumbra en las ventanas.
Desde el alto resplandor del cielo
De mediodía, hasta la Primavera que en tu silencio se demora,
Nubes espirituales, grises y húmedas,
La hermosura del apacible día, todos sobre ti pasan.
Qué paz en este muro gris
Sobre el que cuelgan los frutos de un árbol;
Ramas negras cubiertas de rocío y de duelo,
Pero que sin embargo muestran en sus frutos la belleza.
Reina una oscura paz en la iglesia
Y el altar es esta noche más recogido,
Brillan aún en él los ornamentos
Canta un grillo en los campos del Verano.
Cuando se escucha allí hablar al sacerdote,
Junto al grupo de amigos
Que acompañan al muerto. ¡Qué intimidad
Y noble espíritu, que la piedad propician!

LAS DELICIAS DE ESTE MUNDO...

Las delicias de este mundo ya he gozado,
Los días de mi juventud hace tanto, ¡tanto!, que se desvanecieron,
Abril y Mayo y Julio están lejanos,
¡Ya nada soy, ya nada me complace!
 
EL ESPÍRITU DEL TIEMPO

La vida es la tarea del hombre en este mundo,
Y así como los años pasan, así como los tiempos hacia lo más alto avanzan,
Así como el cambio existe, así
En el paso de los años se alcanza la permanencia;
La perfección se logra en esta vida
Acomodándose a ella la noble ambición de los hombres.

Humildemente Scardanelli.
24 de Mayo de 1748

LA VISION

Cuando la vida de los hombres va perdiéndose,
Como una lejanía donde resplandeciera el tiempo de los sarmientos,
Vacía contémplase la campiña del Verano,
Con oscura imagen el bosque aparece.
Que la Naturaleza termine la imagen de los tiempos,
Que se demore, hasta alcanzar
La perfección, y que la cima de los cielos
Para los hombres brille, como árboles de flores estallantes.

Humildemente Scardanelli.
24 de Mayo 1748.
 

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