miércoles, 11 de julio de 2012

Tanto caminar...



TANTO CAMINAR en el mismo laberinto
y todavía no se reconoce la piedra
con la que tropezamos una y otra vez.

El olvido llueve sobre los ojos,
y simulamos dar un paso adelante.

Alguien sostiene con su sombra
el peso de lo que un día, una noche, volverá a repetirse.
No hay una máscara para el miedo,
tampoco para la muerte.
Todos los muros que nos rodean
están siendo escritos por el paso de las horas,
por nuestras largas vigilias, por el secreto deseo de la sangre,
por la insistencia del amor y el fracaso,
por la oscura ceniza que una vez fue nuestra casa
y que nos obliga a permanecer.

Pregunto entonces con la boca de los muertos:
¿qué de ti quedó entre las rosas?

***
Del libro, La noche en el espejo