¿Qué es para usted la luz y cómo se realizó su relación inicial ante ella, en qué momento se dio ese hecho, qué carácter tuvo para usted y por qué?
La luz será siempre en mi
vida una presencia inquietante. Ella permanece de pie frente a mí aunque sea
noche cerrada. Es ella la que se desliza por los muros, por la superficie de
las cosas hasta encontrarme. Nunca habla en voz alta por más que venga del sol.
La verdadera luz entabla relación directa con nuestras visiones, con nuestra
experiencia del mundo. La verdadera luz canta debajo de los párpados, es ella
la que incita el deseo de fundar nuevas formas, nuevos colores, nuevas
atmósferas. De la luz provienen mis preguntas. De ella vienen y hacia ella se
dirigen. Esa luz discreta de la infancia, su manto envolvente y lleno de
posibilidades, su manera de dibujar y desdibujar el mundo, nuestro mundo que es
igual a decir nuestro secreto…Mi relación inicial con ella ocurre a todas
horas, como con las palabras, como con mi necesidad de escribir…
La luz es inmutable y al
mismo tiempo va desplegando su escala de asombros. En muchas ocasiones me
llegan las atmósferas de tiempos pasados y de instantes que todavía no he
vivido pero que por alguna razón están dentro de mí. Y esos instantes duran muy
poco pero yo podría describir el color, el olor, la temperatura de ese recinto,
de ese jardín, de esa conversación, de ese silencio… Es la luz y su poder de
evocación la que abre nuevamente para nosotros esas horas, esos lugares, esos
rostros que creíamos perdidos para siempre, o que nos acompañan pero que
dejamos de ver o que vendrán , que están próximos y todavía no lo sabemos…
¿Con la obra de qué poeta, escritor, pintor, escultor, fotógrafo, etc, usted descubrió y se transmitió a sí misma de manera radical e incrementó o no su relación con el tema de la luz y por qué?
¿Con la obra de qué poeta, escritor, pintor, escultor, fotógrafo, etc, usted descubrió y se transmitió a sí misma de manera radical e incrementó o no su relación con el tema de la luz y por qué?
Fue en la infancia, como
todo lo que tiene que ver con la luz. Una tarde, mi hermano puso frente a mis
ojos la inquietante imagen de La penitente Magdalena de Georges de La Tour, un
cuadro que ha tenido varias versiones pero en las que se reproduce siempre el
claroscuro que quiero en mi poesía, las sombras, los centros de luz, el espejo
que multiplica la llama, la figura silenciosa de la Magdalena, vuelto el rostro
hacia la soledad de sí misma, como quien se pregunta… Por supuesto, en aquel
entonces fue sólo una impresión que me venía en las noches de insomnio y fiebre,
en los momentos del juego o de la ensoñación… No sabía de qué se trataba, no lo
supe hasta cuando empecé a interesarme por el arte, por la literatura… Ahí
comprendí que somos anteriores a nosotros mismos…
¿Desde dónde en usted considera
que esa relación con la luz se mantiene y sostiene intacta o indeleble en usted
y su ser y hacer estético o no y por qué?
Lo maravilloso de la memoria
poética que tiene la luz, semejante a la fluidez del agua, es que te permite pasar de un estado del espíritu a
otro manteniéndose siempre protegida de nuestros momentos llanos, sin gracia,
es decir, a pesar de nosotros mismos. Es esa luz de la que no nos ocupamos pero
que vive en nosotros y salta en nuestras palabras y en nuestros abismos, la que
nos vincula con los rasgos originales de lo que realmente somos.
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